Una vida mejor

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Eddy Ventura campos

El 29 de marzo de 1972, nació Efraín Ramos Peralta en la comunidad de Cerro Tijera, en el distrito de Ocú, provincia de Herrera. A solo tres días de su nacimiento, contrajo poliomelitis. Esta enfermedad lo confinó a una vida sin poder caminar. Además, durante ese periodo, el niño recibió poca atención médica.

La poliomielitis, o comúnmente llamada polio, es una enfermedad altamente contagiosa ocasionada por el virus de la poliomielitis, según aparece en el sitio web de la Organización Panamericana de Salud (OPS). Tal como señala el organismo, "en 1 de cada 200 casos el virus destruye partes del sistema nervioso, ocasionando la parálisis permanente en piernas o brazos. Aunque es muy raro, el virus puede atacar las partes del cerebro que ayudan a respirar, lo que puede causar la muerte".

Otros datos de la OPS señalan que hace 30 años la polio paralizaba casi 1000 niños cada día en 125 países alrededor del mundo, incluyendo países de las Américas, aunque el último caso confirmado en la región ocurrió en 1991 y fue detectado en Perú.

El hecho de que Efraín no pudiera caminar le complicó la posibilidad de asistir a la escuela, lo que le impidió tener una vida plena como adulto. No pudo experimentar situaciones que la mayoría de las personas consideran normales, quedando relegado a ser cuidado por su madre y su hermana.

Durante sus primeros años, vivió algunas experiencias traumáticas, como la muerte de su padre cuando tenía ocho años. Efraín sufrió mucho, pero logró superarlo gracias a los cuidados de su madre.

Tiempo después, en compañía de su familia, Efraín emigró a la ciudad de Panamá en busca de una vida mejor. Junto a su hermana y su madre, pasó una buena temporada en la capital, aunque, por desgracia, más adelante ocurrió otro hecho doloroso: la enfermedad de su mamá.

Al llegar a la capital, su madre trabajó arduamente junto con su hija en una fonda. Desempeñó esta labor, que era el sustento del hogar, durante bastante tiempo, hasta que le diagnosticaron cáncer de tiroides en 2012. Para ese entonces, Efraín tenía 40 años, pero debido a su condición, no pudo ayudar a su hermana a mantener la casa ni a costear el tratamiento médico de su madre.

Con el paso de los meses, su madre falleció a causa del cáncer. Tras su partida, su hermana dejó de trabajar en la fonda y se mantuvo con el bono del programa Ángel Guardián proporcionado por el Gobierno.

Efraín no pudo estudiar debido a su limitación para mover sus extremidades voluntariamente y a su imposibilidad para hablar. A pesar de todo, ha logrado tener una vida digna y feliz gracias al apoyo de su hermana. En la actualidad, tiene 51 años.

La historia de mi tío me enseña que las circunstancias pueden ser difíciles, pero lo importante es cómo las afrontas para salir adelante.

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